15 de julio de 2010

El banco (Bænken)

Dirección: Per Fly.
País: Dinamarca.
Año: 2000.
Duración: 93 min.

Sinopsis:
El banco, es la primera parte de la Trilogía de Per Fly, cuenta la historia de Kaj,
un hombre que trabaja en un proyecto de reinserción laboral, con graves problemas con el alcohol y la vida social. En el barrio donde vive, llega una mujer, Liv, acompañada por su hijo Jonas, huyendo de los maltratos que reciben por parte del marido de ella. La historia se abre a un juego de coincidencias que remiten al pasado de Kaj, a una caja con fotos bien guardadas y a su oscuro presente.







Hacia dónde lleva la repetición?. Qué salida hay al encierro en uno mismo y el autodesprecio?. Repetir es traer al presente una parte del pasado, conciente o incocientemente es una forma de evitar el contacto con el presente. Repetir una vieja fórmula, aferrarse a una verdad sobre uno mismo o los demás, es pensar esteriotipadamente. La repetición es rígida y por tanto obstaculiza el verdadero encuentro con el otro. Aunque en el fondo sea ese contacto lo que más se necesite, las fuerzas de resistencia implícitas en la repetición hacen que ese encuentro no tenga lugar... acaso sólo un reencuentro con la historia antigua.

La rigidez en el pensamiento, los límites autoimpuestos, las barreras imaginarias que construímos son parte de las paredes de cristal del autoencierro. Una mujer (Liv) se confina al encarcelamiento doméstico en el que sólo vive una y otra vez los abusos de su pareja. Pero esta violencia también es la repetición de una historia familiar, que en buena medida la produce, involucra a su madre y a su padre. Liv repite la historia de su madre en ella misma.

Tampoco Kaj puede dejar de repetir. Las peleas que tiene con todo el mundo, su visión profundamente negativa, son la expresión de una una imagen desvalorizada de sí mismo. Es el desprecio sobre sí el que se repite "afuera"... "de verdad crees que alguien va a quererte?", le dice a su amigo.

Falta de amor y cuidado es un fantasma que lo persigue adónde vaya. Apenas el alcohol puede adormecerle un poco este sufrimiento, pero no es una solución. Intenta cuidar de los jardínes ajenos quizás con la fantasía inconciente de un cuidado de sí. Se defiende de su impulso destructivo a través del amor por la cocina. Pero, todas estos intentos fracasan, colapsan sus defensas, el retorno de lo reprimido es inevitable y vuelven con más fuerzas los fantasmas que intenta callar: ahora destruye los jardines, el desenlace más coherente con la culpa que le atormenta.




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